Basta un
destello,
un claro entre
las nubes,
un guiño tras
un paisaje,
un pétalo fugaz
flotando ante
mis ojos,
un liviano
efluvio de jazmín
rozando mi
nariz,
una gota de
piel del pantano
salpicando mi
mejilla,
y mi sangre
efervescente
rebosa por mis
poros
como una
gaseosa agitada.
Sí, sí, de vez
en cuando
aún sucede.
(Tano)
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