sábado, 7 de septiembre de 2013

Nunca eché cuentas a lo que me aconsejaban,
siempre hice lo que me vino en gana,
no escarmenté en carne ajena,
..ni en la propia.

Siempre esperé que la segunda piedra fuera un espejismo,
pero era cierta, como la tercera, como todas.

Me gustaba que inventaran nuevas normas para no cumplirlas,
que me miraran mal, o al menos como a algo raro.

Yo mismo construí muros absurdos para poderlos derribar.

Intenté cambiar pero no me dejaron, lo volví a intentar,
…y me fue peor.

No se si debí haber sido más dócil,
…o muchísimo más cabrón.

Al menos siempre tengo el consuelo de que en ocasiones conseguí ser “yo”,
y de que aún soy capaz de sentir amor.

(Tano)

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