martes, 3 de septiembre de 2013

TIBIA ESPERA


No pretende mi locura
dejarte sin defensas en tu invierno,
tan sólo apaciguar las tribus
que tratan de impedir
mi libre acceso a tu espina dorsal.

Avivo con mi aliento
el ascua que aún pervive de mi fuego
para calentarme yo
y también templar tu médula,
esa que, como un sagrado sendero,
he de pisar en mi descenso anhelado.

Aún podremos ver esa silueta
que dibuja el ave que creé
haciendo espirales en el cielo.

Será un purgatorio dulce,
… muy dulce,
y si a Satán ya no le queda abrigo
del que pueda despojarse,
habrá de resistir su averno
deshaciéndose a jirones del pellejo,
… que nuestra condena
tendrá que esperar.

(Tano)

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