viernes, 13 de abril de 2012

OPACOS




 Mala costumbre la de no guardar
bajo llave el albarán de entrega
rubricado por el ente responsable
de los pedazos de corazón inflamable,
culpable de la ebullición del mar,
de la huida de las olas
y de la ausencia de una huella
en la arena.

 Me pregunto siempre la razón
de la evidente falta de materia
utilizada con los párpados
en su confección;
demasiado estrecho su grosor,
translúcidos a los brillos del horror,
pero opacos para las siluetas
de sueños perfumados de mujer,
de besos de cuentos de ranas
y princesas.

 Desnuda,
sentada con las piernas recogidas,
abrazando sus rodillas,
la mirada plácida,
perdida en el ausente horizonte
de la noche apátrida.

 ¿Aceptar?,
¿cancelar?.

 Pulsaré “aceptar”.

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