Nada habría cambiado
en la nada
si aquel metálico chasquido
si aquel metálico chasquido
del arma por el azar manejada
hubiera tornado su melodía
en ruido seco
en ruido seco
esparciendo muerte
en los sótanos del final.
en los sótanos del final.
Todo igual en el
vacío
si aquellos rostros sedientos,
si aquellos rostros sedientos,
ocultos entre brumas rojas de sangre,
hubieran saciado su hambre
con sesos desparramados,
con sesos desparramados,
jirones de aquella locura blanca,
de ese remordimiento
envuelto en piel de desidia
envuelto en piel de desidia
y sin temblor en el dedo.
Idéntica historia sin
escribir
si sólo un cuarto de vuelta menos
si sólo un cuarto de vuelta menos
hubiera girado el tambor
en tan sólo una ocasión,
en tan sólo una ocasión,
encendiendo en fuego
el cilindro plateado,
el cilindro plateado,
haciendo astillas las sienes,
abortando terrores y pesadillas,
ahorrando locuras y agravios
y gasto en insecticida para ladillas.