sábado, 4 de diciembre de 2010

DARDOS QUE NO HIEREN


Esos luceros de caída lánguida,
esa mirada imposible de aguantar,
esa sonrisa que apacigua la paz,
esas mejillas de muñeca cálida.

Ese suspiro de mujer fatal
libera alientos de aroma a limón,
dos dulces de leche esos pechos son
cuando en sueños su cuerpo me asalta.

Causas sagradas de mi redención
las ardientes palabras de sus cartas
que han randado el alma a mi corazón.

Consiguen que la camisa me parta
su aura abrigándome al amanecer
y esos dardos tiernos que ella me ensarta.

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