Tu verso letal,
tu ausencia de mal,
tus deseos.
Mi lance genial,
mi triunfo total,
de Torero.
Tu abrazo de amor
dado con fervor,
tu ternura.
Mi fiel corazón,
mi toque de humor,
mi bravura.
Tu seda en la piel,
tu boca de miel,
tus pasiones.
Mi viejo cartel,
mi forma de ser,
mis canciones.
Tu son al andar
que hace levantar
los sombreros.
Mi orgullo al mirar
tu mano agitar
el Romero.
Tu miedo al sentir
que haces resurgir
mis anhelos.
Tus acais me dan
ganas de cantar
de contento.
Mi salvación,
mi alucinación,
mi motivo.
Mi bendición,
mi mejor sabor,
mis sentidos.
Mi mucho de Paz,
mi Diosa de altar,
y el momento,
en que descubrí
que eras para mí
mi Alimento.
(Dicen las gitanas que una ramita de romero trae buena suerte. ¡Es verdad, la trae!)
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