Otro día más.
Otra pluma
arrancada del alón del Tano.
Ahora entra la
noche y comienza el desvarío,
o la cordura
loca,
o la locura
loca.
Tengo delante
dos confesores,
uno es dorado y
el otro delincuente.
Lo que salga no
será culpa mía,
nunca culpa
mía,
son secuela de
las drogas,
o de una
imaginación no pedida,
o de una
intuición impuesta,
aunque confieso
que me gusto así.
Esto no es un
poema,
joder,
son frases
sueltas,
que feo queda
tanta coma.
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