viernes, 9 de noviembre de 2012

UNA VIDA

 
 
 Espectro de Luna en su rincón,
traslúcido pellejo
sobre unos huesos de noble arcilla
con el aura cansada de vivir,
mirada perdida,
olfato olvidado,
acartonada  lengua de lija
buscando lamer
la mano que algún día
la dio, amorosa, de comer.
 
 Invasión de la sala silenciosa
por la bruma de la indolora muerte
que ya secó su saliva,
intenta mirarme
y no me mira,
intenta besarme
y sus besos son llamas de sal
haciendo abrasarse mi herida,
los esfínteres anuncian un final
que me arranca gran parte de mi vida.
 
 Hasta nunca,
amada mía.

4 comentarios:

Setefilla Almenara J. dijo...


"intenta mirarme
y no me mira,
intenta besarme
y sus besos son llamas de sal
haciendo abrasarse mi herida"

Qué triste, Felipe, pero qué bonito al tiempo, es lo que tiene la poesía,¿verdad? nos hace conmover en la dulzura, nostalgia, tristeza, y tantos otros conceptos.

Esta perrita ya hace tiempo que murió,¿no?.Y es que a las mascotas se las quiere mucho, pueden dejar una huella muy profunda en la casa y en uno.

Un fuerte abrazo para ti.

Tano dijo...

Dos años hará en febrero que murió, querida SETE, pero lo cierto es que yo creo que aunque pasen mil años se me seguirá volteando el estómago cada día recordándola.

He tenido más experiencias con otros animales, entre ellos perros, naturalmente, pero la forma de ser de este animal no lo he visto en mi puta vida. Cuando estaba muriendo, y cuando por fin expiró te aseguro que he visto llorar incluso a amigos míos que no solo no eran amantes de los perros, si no que les tenían autentica aversión, y te aseguro que su llanto no era por mi, yo ni lloré.

Fueron catorce años siendo mi sombra. Tengo una amiga que se hizo un tatuaje de su perro, y siempre me decía que me hiciera yo uno de ella. Yo la contestaba que para qué, si ya la tenia pegada a mi siempre con super-glue, jajaja.

Jajaja, ahora me estoy acordando de el perrillo de aguas ese que salía en tu foto. Me encantan los perros de esa raza, aunque siempre he tenido más querencia por los mestizos.

Besos, y muchos.

Huellas dijo...

Después de 17 años de compartir con una sombra andante y unos ojos que decían más que mil bocas, casi puedo revivir los últimos momentos de Luigi, mi gatito (de ahí lo de huellas), con los que describes en tu hermoso poema. Nunca pude escribirle nada, es algo que aún no entiendo.
Tu pequeña tiene pinta de haberte dejado mucho de ella, esparcido por los rincones de tu alma.
Bellísimo el adios que le dedicas.
Un abrazo, amigo

Tano dijo...

Mi querida ANA, yo tardé más de año y medio en ser capaz de escribir esto. Desde el mismo día que murió sentía ansias por escribirle cosas y por mi cabeza no pasaba otro pensamiento, pero no salía nada, no sabía ni que poner. Hace poco fui capaz de escribir esto, y la verdad es que no me parece un buen escrito como poema, pero al menos he sido capaz de plasmar algún sentimiento.

Mil gracias y mil besos.