No despluman mis alas los enojos
ni me impiden el vuelo
sobre el aura de una piel
de color indefinido.
Salpicaduras de óleos virtuosos
y la entrada de mieles fruncidas
que pueden estirarse hasta el infinito
indican el camino de acceso
a las más agridulces vísceras
y al más ecléctico corazón,
… ese órgano que le oscila
entre la rudeza del guerrero sanguinario
y la tibieza del hada vulnerable.
El azabache que retó a la plata
perdió la batalla en el ruedo,
y los casi imperceptibles senos
que tanto han arraigado en mi pecho
impedirán mi olvido
y su huida.
(Tano) 10-4-2014
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