Ruedan las vidas dilatadas por artificios,
otras caminan
y se sientan en bancos de madera
observando blancas siluetas
desde miradas vacías;
consecuencias sin sentido de la castración
de la naturaleza débil y animal.
Aferrarse al absurdo de lo no existente
incluso cuando la pervivencia
sea triste y dolorosa,
lastres pesados,
espejos para ver futuros deterioros.
Nada ya por descubrir,
nada ya por ofrecer,
tan sólo chupar de la teta de la ausencia,
…nada para la posteridad.
Yo también me declaro culpable,
yo también me declaro cobarde.
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