Algo está ocurriendo,
siento frío.
El aire ya no huele a
flores
y el ambiente es seco y cortante.
La farola que más
iluminaba,
la que presidía las noches
y permitía que mi alma de polilla
girara loco en torno suyo,
orbita en otro sentido,
ahora me da la espalda
ocultándome su luz.
Las miradas se han
cegado
y se ha roto el espejo ondulado
donde peces de colores
me palpitaban en el pecho.
Las frecuencias
distorsionan
y queman el receptor.
Algo debí hacer mal,
es mi sino;
tan de repente,
no le encuentro una razón,
no ha llegado una paloma
que traiga un simple mensaje
explicándome el motivo.
Sólo me queda
apartarme
cambiar de dirección
y cobijarme en las sombras.
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