Por más que la busca
no puede encontrarla
o mi vil corazón nunca tuvo cabeza,
y a fuerza de dar con el cráneo en el muro
cayeron las cartas al temblar la mesa.
Sólo queda un muñón
de mi puño cerrado,
también el tesoro guardado es recuerdo,
lo agarré tan fuerte temiendo perderlo
que olvidé su esencia y quemé el asado.
Soñando despierto
mantengo el motor
con la grasa sucia y holgura en los huesos,
la esfera celeste me trae su presencia
de fuego en los besos y seda en la voz.
Pero el viento sopla
en sentido contrario,
las olas de tierra mueren en el mar,
y su lado oscuro es mi relicario.
Ansío el amarla para
no morir
mandando señales hasta su universo,
pero ya Strogof no está para trotes
y la fría guadaña se empieza a sentir.
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