martes, 11 de diciembre de 2012

LO APRENDIDO (declaración de principios y finales)

 

  Pagando con ríos de sangre y de bilis, mares de lágrimas y recibiendo recompensas sobradas de inmerecidos besos aprendí:

  Que los números primos lo son por ser hijos de hermanos.

  Que si ofreces la mano no te toman el pie, sino el anillo, el reloj y la cartera.

  Que si un día abandonas las drogas no conviene olvidar el lugar en que las has dejado; por no dibujar un plano hoy me veo obligado a malvivir en sobriedad y nunca fue de mi agrado vivir como un tipo “normal”.

  Que cuando se escupe apuntando al cielo el salivazo no cae en tu cara, sino en la de quien tengas al lado.

  Que cuando en el otro hemisferio alguien suda, y aroman su nariz las flores, y el mismo sol está en lo alto, yo me muero de frío y el mismo agua gira al revés al desaguar el lavabo.

  Que creer en la ciencia al cien por cien es otra forma de religión, mejor dicho, de secta religiosa, pues todas las religiones son sectas escindidas del culto al sol, excepto la mía, que se escindió de la Luna, pero no de esa a la que dicen que llegó un tal Armstrong, sino de la otra, de la de verdad, de la del misterio; ¿quién ha viajado a aquella estrella para saber a los años-luz que está o estaba?.

  Que por volver a pillar de nuevo la misma “enfermedad” de transmisión sexual no te has de preocupar, pues el haberla tenido antes significa que se puede curar, vamos, que no es terminal, aunque en el caso de la “enfermedad” a la que me refiero es lo que se desearía.

  Que no elegí ni cuando ni como nacer, y que nadie debe escandalizarse ni alarmarse si confieso que tengo bastante decidido que, salvo sorpresa, el día de mi desaparición y el modo de hacerlo lo elegiré yo.
 Pido tranquilidad a quien pueda ser tan loco como para quererme, pues de momento no me corre ninguna prisa, me lo paso de puta madre desde hace muchos años jodiendoles las previsiones a los galenos.

  Y para terminar un deseo:

  Desearía que el tiempo que me quede de permanencia en este ajetreado sueño pudiera pasarlo tranquilamente en paz y contigo a mi lado.

  Si es de tu agrado has de saber que no puedo ofrecerte ya épicas aventuras, ni lujos, ni una frenética actividad sexual, tan sólo una humilde morada, quizá muchas noches de compañía, románticos paseos, besos y caricias dados con el alma, palabras, muchas palabras, y también silencios, silencios y miradas de esos que dicen más que las palabras…aahh, y algún porrito.
  Si no te complace, que sepas que cada verso de amor que leas salido de mi puño será para ti.

  ¡¡Eah…ya está…dicho, perdón, escrito!!.
 

4 comentarios:

Huellas dijo...

No te gusta poner títulos pero quizás la etiqueta que le has asignado si que es concluyente... o no...

Acompaño esta "divagación" que no tiene desperdicio, Añadir algo casi me resulta una intromisión.

Pero tu final y la decisión de vivir y dejar de hacerlo es un tema que me sensibiliza mucho. Cada vez me cuesta más despedirme y soy consciente de que, de ahora en adelante eso, hasta que sea yo la que vaya, será mucho más común. Pero, el egoísmo aflora con la edad y es mejor que los demás sufran las ausencias que ser tú el que despide. Si analizamos esto puede que también ocurra que con el paso del tiempo se ame con más conciencia y por eso duelen las ausencias con más intensidad...o no....

Esto, mi querido Tano, como verás es otra divagación. Algún día escribiré sobre la muerte aunque es un tema que me gusta más para charlar en vivo.

Besos

Marcelo Sosa Guridi dijo...

Principios tienen las cosas, Tanito, y qué más justos que estos! Te lo había comentado por otro lado, pero lo bueno de esto es confirmar lo bien que caen estas letras. Un abrazo!

Tano dijo...

Queridísima ANA. Siempre tuve la misma idea que tú expones en este comentario. Cuando algún amigo me decía: "yo prefiero morir antes que mi mujer", yo siempre le decía: "eres un egoísta".
También conozco perfectamente lo que se siente al perder a alguien muy cercano y muy, muy amado, incluso a muy joven edad.
Por otro lado, cada persona es un mundo, y no sólo en cuanto a ideas y creencias, sino también en cuanto a sus circustancias personales. Yo tengo unos padres con más de 80 años, no tengo hijos ni tengo ahora mismo ninguna relación sentimental. Tan sólo esto ya quita mucho lastre a la idea de abandonar el planeta, y conste que no soy ningún amargado ni en lo íntimo ni en el trato, sino todo lo contrario.
Aparte de esto ha habido y hay circustancias personales en mi vida, con diversas ramificaciones, que han hecho que desde hace mucho tiempo tenga asumida la idea de la muerte y no me asuste demasiado, pues estoy relativamente acostumbrado a la sensación de que esto se había acabado. Hay otras cosas, aparentemente menos graves que me asustan bastante más.
Pero, como bien dices tú, amiga, es un tema largo y complicado para tratar en este medio, y menos en público, pues podríamos aburrir.

De nuevo mil gracias por estar siempre aquí y por tus demostraciones de cariño.

Muchos besos.

Tano dijo...

Amigo MARCELO, para mi es un lujo que hayas dejado tu huella por aquí también. Tu presencia, sin duda, le da categoría a este rincón.
Muchísimas gracias, maestro.

Abrazos transoceánicos