Acogedor cobijo de seda,
melena blanca y liviana
incitando avanzar a mi nuca
en pos de enterrar mi cara
entre las dos esferas rosadas
que cuelgan de su cintura.
Alcanza el cielo mi lengua
al encuentro con la entrada
de la gruta más oscura
que está al final de su espalda,
tan prohibida y tentadora
que a las miradas se oculta
en ese valle entre lunas
que no conoce de auroras,
a la que mi obscena boca
se aferra como una lapa
para transformarla ahora
en el lugar donde more
mi húmeda exploradora.
Noche entre tul y piel,
ardores en las entrañas,
fuego entre sube y baja
de manos por los costados
y los pechos como piedras,
poros como cascadas
de sudores apurados,
el vehículo sin frenos
y los tabús enterrados.
4 comentarios:
Todo erotismo. Qué puedo añadir?
Por ahí le andaba yo, en plan espeleólogo, amiga SETE. Y la espeleología siempre es peligrosa y excitante, aunque yo creo que la de este tipo es la "más" en ambos aspectos, jajaja.
Beso grande.
Alas emocionadas totalmente replegadas, hoy, en la lectura de tus versos. En estos momentos para qué encender un candil, si basta con sentir amado al propio corazón. Hermosa sensación la de los cuerpos adosados en donde ni el viento ni el frío dejan su huella.
Tú simplemente pones la mano, sin pedir nada.
Amiga DINO, nuevamente me estremeces con otro de tus comentarios, que son poesías en si mismos.
Habría que hacer un apartado para publicar comentarios de tus comentarios.
Muchísimas gracias, querida amiga.
Mil besossss.
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