domingo, 22 de diciembre de 2013

El cielo está despejado, pero no cesa de llover lodo.

Crece en las ramas del árbol de cemento construido en el octavo día de la creación.

Dios estaba de resaca, era lunes, y le dejó la dirección de la obra al embrión de Adán, que sabiendo lo que le esperaba por una gilipollez ahorró cemento para dárselo a Caín y que este pudiera utilizarlo como arma para reventar la cabeza de Abel.

Se fiaba más del cemento que de la quijada. Caín era un tío enclenque.

La quijada la tengo yo, queridos hermanos, ya podéis ir preparando recipientes para recoger la sangre, os servirá para hacer morcillas.

(Tano)

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