En la tarde, un
raído acordeón
con sonido a
saxo desprovisto de sexo
fotocopia tres
acordes sin síntomas de agotamiento.
A escasos
metros, en el banco de enfrente,
el lejano
oriente me saluda con una sonrisa lasciva
y, descarado,
me muestra sus pálidos muslos.
No estoy de
humor, me puede el corazón
y miro hacia
otro lado,
… extraño algo,
extraño saber
si tú me piensas,
… tan sólo eso
extraño.
(Tano)
11-2013
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