Dulce fuego tu
mirada,
dos llamaradas
muerte lenta
de mis miedos
a una imposible
pasión.
Sin gusanos el
origen
de la seda de
tu piel,
directa desde
crisálidas
ornamento de
vergeles,
humedales hijos
pródigos
de tu aliento y
tus suspiros.
Para siempre ya conmigo
el inmenso
escalofrío
de tu abrazo a
pie de asfalto,
aquél tierno
beso en mi cara
y la orfandad
de mis labios
de la misma
sensación.
(PD:
algo dentro de
mi
me ha llevado a
no hacer uso
de ningún
tiempo verbal.
Dime:
¿utilizarías
alguno tú?,
si es que sí,
… dime cual.).
(Tano)
10-2013
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