Reluciente es la roca elegida
para portar el velo
en la ceremonia pasada por agua
que devuelve al moribundo la confianza
para alcanzar la santidad.
Rojizos y ansiados
lodazales
cocidos más allá del hervor,
genuflexiones arbóreas
al paso de las carnales Lunas gemelas
y huellas sobre la arena
salpicada del modismo precedido
por tres letras sagradas.
Nadie entiende nada
ni es capaz de sentir la lágrima,
a nadie importa lo aquí escondido
ni siente su silbido penetrando los oídos,
nadie hay que sienta la pasión,
tan solamente yo,
por eso lo escribo,
¿o quizá no tan sólo yo?.
3 comentarios:
Profundo y solemne poema. Bueno pasar por este blog siempre.
Un abrazo con afecto.
Vaya alarde de creaciones Tano, laberíntica expansión de hábitos y sueños, de realidades y deseos.
Nadie, salvo uno mismo... y eso, si tienes la suerte de no estar ausente en tí.
Abrazos
ANA, GABRIEL, muchas gracias a los dos. Espero poder atenderos mejor en adelante.
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