Me gustan las tardes
húmedas y grises
de resaca de noches festivas.
Deambularlas de calle
en calle,
solo, ido;
cuando el motor de un auto
a quilómetros de distancia atruena
como una explosión de butano,
y los pocos despistados peatones
que bajaron al bar a comprar tabaco
me miran como si fuera una amenaza,
como si de otro universo llegara.
Suelo mirar con
desdeño
a las ejemplares amas de casa
que desde las maltratadas
marquesinas
de las paradas de autobús
anuncian centros comerciales.
Demasiado bellas,
demasiado felices sus sonrisas,
demasiado perfumadas.
Criminales que
asesinan feromonas.
Inimaginables amantes
salvajes
de maniquíes encorbatados.
No me excitan ni
siquiera imaginándolas
con el cabello sucio y enredado
emborracharse como cubas
para violar normas fundamentales
de la burguesía más convencional.
Siento paz
y se aplaca mi instinto criminal
caminando por la lánguida ciudad
cuando adquiere el estatus de fantasma,
como yo, ánima muerta.
Después mis pies se
cansan,
y siento frío,
y lo que es peor,
siento que siento emociones;
y agotado vuelvo a casa
a no pensar en nada
que pueda alterar mi soledad;
mi no querer sentir.
Hoy es domingo
y la tarde está gris,
en la calle hace frío,
tras mi ventana no existe nadie
caminando por la acera;
hoy me apetece salir
y arrastrarme por ahí.
1 comentario:
Me encantan estos versos,cómo siempre me emocionás el cariño amiguis muaksss,lo comparto en google +
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