La urraca recoge del suelo
cadáveres de lo que fueron
cotizadas monedas.
No tiene restos de sangre en el pico,
lo ha lavado en la leche agria
destinada a la nutrición
de la virgen recién parida
y tempranamente malograda.
Aún así
esconde algo bello el momento:
pensar que tú,
Hada engendrada por la Luna ,
sigues existiendo,
sigues regalando algún destello y,
de vez en cuando,
es posible que me pienses.
(Tano) 14-4-2014
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