Ya no estaba,
no estaba muy cambiado
pero ya no estaba.
Allí hubo dos niños
y un abuelo pusilánime,
una hermana coqueta
y un vecino que espiaba
desde el balcón
y que envidiaba mi suerte
al vernos partir en el coche
… en la noche.
Allí hubo partidas,
hubo muchas partidas
pero jamás hubo un regreso,
los finales,
tan distintos,
eran para otro lugar.
Un dormitorio angosto
de paredes agrietadas,
de suelo de madera
y manchas de humedad.
Bajo las sábanas
las luces que disipaban la tristeza,
los sudores
que nacidos de las glándulas del morbo
regaron hasta hacerla germinar
la semilla reticente
del amor.
1 comentario:
Parece que si estaba... y además muy dentro de ese recuerdo tan presente, o no...
Un abrazo
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