martes, 7 de agosto de 2012

PIRATILLA



 El amor siempre era rubio
y no variaba en la distancia
entre familias
cerca del cañaveral,
o en la solana vespertina
de una escalera blanca
jugando trucos de magia
con pupilas admiradas
de una arruga en las braguitas.

 La horchata, plantar bandera
al final de una aventura;
y el viejo puerto pesquero,
tan sólo un muro en la playa,
un refugio de piratas;
soñando aquel incidente
que permitiera ponerse
en un ojo y con permiso
un parche de piel ajada.

 Mañanas de piel quemada
y de pieles arrugadas
por sobredosis de mar;
olor de sepia a la plancha,
chapoteo entre las olas,
y escapando de miradas vigilantes
cacerías de cangrejos
en las rocas.

 Resulta hermoso el pensar
que después de miles de años
no le resulte a uno extraño
volver a sentir amor,
ansiar de nuevo la playa
donde ganó esas batallas,
y compartir la pasión
mojado en las mismas aguas.




4 comentarios:

Alma V dijo...

Ah, el azul Mediterráneo a través de tus ojos es más bello aún. Y cómo no fabricar aventuras junto al mar, y cómo no dedicarse después, tan sólo a contemplar o recordar...

Lo pintaste divino, Tano.

Beso

Setefilla Almenara J. dijo...

Esencias de la niñez y esencias de mar,(se me esquina la mirada...)¿Alguien da más...? Absolutamente evocador, Tano.Besos

Tano dijo...

Mi querida Alma, este poema es una recreación muy fidedigna de momentos muy señalados de mi infancia, incluso el propio título responde a un apelativo real.

Muchas gracias por tu atención y cariño.

Besos.

Tano dijo...

Amiguísima SETE. Ya ves, evocaciones de la infancia en ese único mar que baña las costas de nuestra tierra.

Gracias por tu fidelidad y por tus emocinantes comentarios.

Besosss.