Si me asesinas,
ejecútame vertiendo en mi garganta
el oro de tus dientes derretido,
cuélgame en la horca
de la maraña negra de tu pelo,
o inyéctame los licores venenosos que destilas
en el alambique homicida de tus manos.
Si me asesinas,
que sea cara a cara, salpicada por mi sangre,
no me envíes tus sicarios ni tropas mercenarias,
que mis armas de dos filos, a los soldados de fortuna,
les dan muerte con rozarlos.
Si me asesinas … mi amor,
mándame al infierno mientras muero,
que allí, entre las llamas,
sentado a la derecha de Satán
te estaré esperando.
(Tano) 4.9.15
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