Vaya por delante
que las pasiones no tienen necesariamente
que ir cubiertas de barnices dulces y rosas,
tan sólo las que nunca se cumplirán.
Siempre duele lo que se tiene que decir,
pero más duelen los silencios que no se escuchan,
esos que sólo se intuyen,
esos que hacen costra en los párpados
dejando el corazón a la intemperie.
Mis pecados de traición,
mis delitos de sangre no castigados,
mis prostituciones ambiguas e indiscriminadas
… mis viejos amores,
que entre todos no sumaron uno,
que murieron con la sangre fuera del cuerpo
y los pelotones de fusilamiento dentro.
Mujer … ay, mujer,
besa con ternura mis vísceras,
dóname una porción de tu médula
para transplantarla a los huesos de mi alma,
tú, que conoces todos los filtros y conjuros,
dame razones para seguir con vida
y yo, que te amo aún más de lo que creí,
prometo pagarte con ese eterno abrazo
que en cada aliento te ofrezco...
(Tano) 6.6.15
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