“El infierno está
vacío, todos los demonios están aquí”
(William Shakespeare)
Las llamas son carámbanos helados
que atravesando mis riñones y mis retinas
provocan hemorragias de sangre negra
en la carne abierta de mis pesadillas,
… llagas asesinas de mi sueño
y torturadoras de mi razón.
Los agujeros practicados en los muros
no consiguen cercenar los nervios del edificio
que me acosa en cada rincón
de lo que fue mi hogar,
y las placas metálicas en ventanas y barandas
no refractan las ondas infernales
afanadas por ubicarse en mi cerebro
saturándolo de ininteligibles zumbidos;
sus ecos pregonan la aceleración en la caída
del cuerpo y el alma siniestrados.
Arrojo por la ventana los cuadros y los muebles
que van cobrado vida
y adquiriendo siniestras y grotescas formas;
observo aterrorizado los restos de polvo blanco
fundiendo el cristal de los espejos
y como los vómitos en las paredes
conforman siluetas espectrales.
Sólo los dolores físicos
que punzan cada instante de mi vida
me convencen de que no se trata de un mal sueño,
y mi proverbial cobardía
es lo único que me impide poner punto y final.
Que no me vendan su castigo eterno
los iluminados libres de condena,
su infierno será la nada
comparado con el precio que por mis pecados
la implacable crueldad de la vida
día a día me hace pagar.
(Tano) 27-2-2014