Siempre licuan la sangre los nuevos sobresaltos,
y se tiñe de rojo con facilidad la piel,
nunca se reabren las viejas cicatrices,
pero las nuevas se abren paso con añeja tozudez,
con desprecio a las miserias
y músculos de papel.
Las retinas se acostumbran a cuerpos deformados
por hambre y enfermedad que dejan al aire almas
que no se ganan el cielo hurgando entre los desechos,
que no consiguen la droga que les proporcione calma,
que vagan siempre entre vómitos,
que nunca entregan sus armas.
Atraviesan estrecheces esfínteres dilatados
que a pesar de la apariencia nunca obtuvieron placer,
nunca amantes musculosos atravesaron sus anos
ni su semen tuvo alojo en alguien de merecer,
solo en senos infrahumanos
de lija en lugar de piel.
Defecaciones que humean en bocas carcajeantes
que casi nunca mastican porque ya no quedan dientes,
diseños de interior para las fosas nasales,
agujas frías para unas venas calientes
fueron amadas amantes,
mis putas y mis clientes.